El 31 de mayo es el Día Mundial del abandono de tabaco de la Organización Mundial de la Salud. Este acontecimiento anual pretende recordar al mundo que el consumo de tabaco es uno de nuestros mayores problemas de salud pública y una de las principales causas de enfermedades crónicas y muerte. En todo el mundo, 1 de cada 5 adultos, es decir, aproximadamente 1.200 millones de personas, son fumadores de tabaco; además, más de 300 millones de personas consumen tabaco sin humo y 35 millones utilizan cigarrillos electrónicos. Cada año, aproximadamente la mitad de los consumidores de tabaco piensan en dejar de fumar o intentan hacerlo, pero dejar de fumar puede ser un reto, y a menudo se necesitan varios intentos para que el abandono sea duradero. Algunos de los retos u obstáculos más comunes para dejar de fumar son la gestión del estrés, el tratamiento de la abstinencia de nicotina, el aumento de peso, el miedo al fracaso y la falta de apoyo y acceso a la atención sanitaria y a los productos para dejar de fumar.  

Muchos consumidores de tabaco citan el alivio del estrés como una de las principales razones para continuar con su hábito. Sienten que fumar, masticar o vaporizar les relaja y les calma y temen cómo gestionar el estrés sin el tabaco. Puede parecer que el consumo de tabaco es relajante, pero en realidad es lo contrario. La nicotina, la sustancia adictiva del tabaco, es un estimulante que libera adrenalina y otras sustancias químicas que aumentan el ritmo cardíaco y elevan la presión arterial. Un consumidor habitual experimenta pequeñas crisis de abstinencia a lo largo del día cuando la nicotina abandona su organismo, lo que le hace sentirse ansioso y nervioso. El consumo de tabaco proporciona a su cuerpo la nicotina que ansía y calma esos síntomas de abstinencia, pero en última instancia crea un círculo vicioso que refuerza la adicción. Fumar puede aliviar temporalmente los síntomas de abstinencia, pero no hace nada para resolver sus problemas o para deshacerse realmente del estrés en su vida. Puede causar un estrés adicional a los usuarios preocupados por los efectos sobre la salud y el juicio de los demás. Encontrar formas más sanas de manejar el estrés y aumentar las habilidades de afrontamiento positivas es un factor importante en cualquier intento de dejar de fumar con éxito.  

Otro obstáculo para dejar de fumar es experimentar síntomas de abstinencia, impulsos y antojos. Cuando se fuma, se masca o se vaporiza, la nicotina del tabaco se une a los receptores del cerebro y libera neurotransmisores. A medida que su hábito continúa y su tolerancia a la nicotina aumenta, los receptores de su cerebro se desensibilizan y comienzan a aumentar. Con el tiempo, un consumidor de tabaco tiene muchos más receptores que un no consumidor de tabaco, y se necesita cada vez más nicotina para que se produzca la misma liberación de neurotransmisores y para que el consumidor de tabaco se sienta normal. Cuando se intenta dejar de fumar, el cerebro necesita tiempo para adaptarse a la pérdida de la nicotina. Pueden aparecer síntomas de abstinencia, como ansiedad, depresión, irritabilidad, dolores de cabeza, insomnio, mareos, niebla mental, tos y aumento del apetito. La abstinencia severa dura aproximadamente de 2 a 3 semanas, pero los receptores del cerebro pueden tardar hasta 3 meses en volver a un nivel normal de no fumar y ciertos neurotransmisores pueden tardar hasta 12 meses en volver a sus niveles normales.   

Cuanto más tiempo consume una persona el tabaco, se convierte en un acto inconsciente ligado a desencadenantes y señales. Cuando un fumador intenta dejar de fumar, estos desencadenantes crean impulsos. Los impulsos pueden surgir muchos años después de dejar de fumar. El periodo crítico para los impulsos es el de los primeros 3 a 12 meses. Durante este tiempo, el cerebro aprende nuevas vías no adictivas, ya que el fumador no responde a los impulsos y evita el consumo de tabaco. Puede ser muy difícil dejar de fumar mientras se experimentan síntomas de abstinencia y se lucha contra los impulsos y los antojos. Existen productos para dejar de fumar que pueden ayudar a aliviar los síntomas de abstinencia y facilitar que los usuarios se concentren en los cambios de comportamiento necesarios para tener éxito. Los medicamentos están diseñados para aumentar los niveles de neurotransmisores y aliviar los síntomas del síndrome de abstinencia, y son útiles durante ese periodo de tiempo en el que se produce el reaprendizaje y el desarrollo de nuevas vías.  Un reto adicional es que a muchos consumidores de tabaco les preocupa ganar peso cuando dejan de fumar. Dado que el sobrepeso y/o la obesidad también suponen riesgos para la salud, esta es una preocupación real para muchos consumidores de tabaco y no carece de mérito. Cuando se consume tabaco, la nicotina que contiene se une a los receptores del cerebro y libera ciertos neurotransmisores o sustancias químicas que actúan como supresores del apetito y reducen el hambre. Cuando dejes de fumar, tu apetito aumentará durante un tiempo. Mucha gente también se da cuenta de que come para llenar el tiempo en el que solía fumar, masticar o vaporizar. Por desgracia, es posible que durante la abstinencia te apetezcan más carbohidratos y dulces. La mayoría de las personas ganan entre 2 y 3 kilos cuando intentan dejar el tabaco. Fomentar otras formas de ocupar su tiempo que no estén relacionadas con la comida, como el ejercicio y los pasatiempos, y opciones de alimentos más saludables y bajos en calorías, pueden ser formas de controlar el aumento de peso.  

Muchas personas son reacias a intentar dejar de fumar por miedo al fracaso. Es posible que hayan intentado dejar de fumar antes y no hayan tenido éxito. Puede que se sientan mal por no ser capaces de dejar de fumar y se culpen a sí mismos, sintiendo que son perezosos o que simplemente les falta la motivación o la fuerza de voluntad para hacer un cambio. Pueden tener miedo de hacer saber a otras personas que están intentando dejar de fumar y defraudarlas. Todo el mundo tiene una historia sobre alguien que conoce y que un día decidió dejar de consumir tabaco y fue capaz de hacerlo “en frío”, o sin ninguna ayuda conductual o uso de medicación para dejar de fumar. Algunas de estas historias son ciertas, pero muchas son mitos. Los consumidores que intentan dejar de fumar por su cuenta no suelen tener éxito. Muchos consumidores de tabaco piensan en dejar de fumar e intentan hacerlo cada año. Los estudios demuestran que, sin apoyo para dejar de fumar, sólo el 4% de estos intentos tienen éxito. La nicotina es una sustancia adictiva que provoca un verdadero cambio químico en el cerebro, y la fuerza de voluntad o la autodeterminación no suelen ser suficientes para poder dejarlo. De hecho, los estudios demuestran que la motivación o el deseo de dejar de fumar no siempre equivale al éxito en el abandono. Lo que sí funciona es educar a los usuarios sobre la ciencia que hay detrás de la adicción y ofrecerles apoyo conductual junto con la medicación para dejar de fumar. Estos apoyos e intervenciones pueden duplicar con creces las posibilidades de que un consumidor de tabaco deje de fumar.  

Un último reto para dejar de fumar y para la concienciación sobre el abandono del tabaco, en general, es que, a nivel mundial, los consumidores de tabaco suelen proceder de grupos socioeconómicos bajos y se enfrentan a la falta de acceso a la atención sanitaria y a los productos para dejar de fumar. Los estudios demuestran que, en todo el mundo, pocas personas comprenden los riesgos específicos para la salud del consumo de tabaco. Aumentar la concienciación mundial sobre los peligros del consumo de tabaco, proporcionar a los profesionales de la salud la formación y los conocimientos necesarios para ayudar a las personas a dejar de fumar, así como facilitar el acceso a los medicamentos para dejar de fumar, puede marcar la diferencia.